Y es
cierto, nos encantan, mitos llenos a reventar de tragedia romántica,
traiciones, celos y sangre y vísceras por todas partes; pero sobre todo, llenos
de aquello que más valoran nuestros colegas estadounidenses, heroísmo. Las
grandes sagas épicas con las que la industria cinematográfica estadounidense se
hizo grande estaban de enhorabuena, títulos como Ben-hur resonaban en las
cabezas de todos los profesionales. Se trata del retorno al cine épico haciendo
gala de los mejores efectos y tecnología 3D para hacer vibrar al espectador en
su asiento y decirle: “Si, somos nosotros y seguimos aquí, seguimos siendo los
mejores”. Tan sólo un fallo se perfilaba en el ambiente, una ligerísima mota de
polvo que enturbiaba ligeramente la idea original: que los mitos griegos sean
apasionantes, no implica que el hecho de invertir un puñado de dólares en
realizar films sobre ellos vaya a garantizar el éxito. Máxime si tenemos en
cuenta la gran desgracia de esta idea: si los mitos molan, modificarlos a gusto
y placer más aún.
Historietas apasionantes como los
relatos de Hércules, Perseo y Teseo, enturbiados por guiones de baja calidad
que modifican los argumentos originales para acercarlos a todo el público,
consiguiendo por otro lado alejarlo aún más. Podríamos remontarnos a los
inicios del cine, a aquellos días en que los extras en las batallas eran las
gentes de los pueblos más cercanos y que conseguían que un ejercito de mil
romanos fuera un ejército de mil romanos, los tiempos en los que grandes
técnicos de efectos especiales como Ray Harryhausen se devanaban los sesos para
tratar de reproducir de la forma más fiel y escalofriante las tenebrosas
criaturas que habitaban los mitos griegos. Pero la realidad es, que todo vino
mucho después.
Si bien es cierto que películas
como Jasón y los Argonautas o Furia de Titanes modificaban los mitos,
no dejaban de ser modificaciones hechas por motivos puramente estilísticos y,
seamos francos, en poco o nada afecta que Perseo se abalance sobre el kraken
montado en un pegaso en lugar de en unas sandalias aladas. Sin embargo, el
tiempo pasó poco a poco y los relatos parecieron concentrarse poco a poco en la
figura del mayor héroe mitológico de todos los tiempos: Hércules. El pobre
Hércules sin duda se ha visto sometido a todo tipo de escarnio, que pasa ya la
modificación de su historia para alcanzar niveles insospechados en películas
como Hércules en Nueva York. Si bien
evitaremos hablar de la lucha de interpretaciones entre Arnold
Schwarzenegger y Kevin Sorbo en sus papeles de Hércules por creer
que merecerían una entrada propia.
Schwarzenegger y Sorbo, duelo titánico de interpretaciones |
Si bien los años ochenta y
noventa se abandonaron sin grandes ofensas a la mitología clásica, el terror de
los amantes de los clásicos se volvió a manifestar, esta vez en la persona de
Wolfgang Petersen al aventurarse en la superproducción de nombre Troya. Una vez
más y muchas décadas después del título original de los años sesenta, se
trataba de reproducir los hechos relatados en la Ilíada por el ciego Homero, en
el que los grandes héroes griegos asediaban la ciudad de Troya en pos de la
desobediente y bella Helena. Si bien la película de Petersen tuvo unas críticas
apabullantes relacionadas por inexactitudes históricas, estéticas y
especialmente con ciertos aspectos de los personajes, también es cierto que la
gran inversión en calidad artística realizada solventaba en parte la linealidad
de guiones. Acotes como Peter O'Toole en el papel del rey Príamo, Eric Bana como Héctor y Brad Pitt
representando al Pélida Auiles, hacían olvidar en partes los curiosos saltos de
guión. Curiosas modificaciones de la historia original (especialmente en lo
referido al final de ciertos personajes) se entre mezclan con pequeños
homenajes al relato de Homero, como la breve aparición del héroe Eneas cargando
con su padre huyendo de la ciudad. Pero aún así los más ortodoxos debimos de
darnos con un canto en los dientes de saber lo que se avecinaba. Porque el gran
causante de la crisis actual, no es ni más ni menos, que una de las mejores
películas rodadas durante el siglo XXI en nuestra humilde opinión, tres
dígitos: 300.
A todos nos encanta Brad Pitt en Troya |